ARTÍCULO DE LOYRA ABOGADOS.
La reciente aparición de un nuevo asistente legal basado en inteligencia artificial, diseñado específicamente para el sector del juego online en España, ha reabierto un debate que no deberíamos pasar por alto: ¿hasta qué punto pueden estas herramientas sustituir (o pretenden hacerlo) el trabajo de los profesionales del derecho? Se trata de soluciones prácticas y convenientes, pero aunque pueden resultar cómodas, no son herramientas infalibles ni sustitutivas del criterio de un profesional formado y experimentado.
En este sentido, el sector del juego online está sometido a una normativa compleja y cambiante, que combina legislación nacional, autonómica y europea, además de requerimientos técnicos, fiscales y de protección al consumidor. Un error de interpretación, una omisión o una respuesta mal contextualizada puede derivar en sanciones, bloqueos, pérdida de licencias o daños reputacionales difíciles de revertir. Las herramientas de IA no ofrecen soluciones jurídicas; ofrecen patrones de respuesta basados en el entrenamiento de la propia IA. Y cuando el negocio depende del matiz, del criterio, de la experiencia y del conocimiento profundo del marco normativo, la diferencia entre un abogado y un algoritmo no es solo significativa: es determinante.
Los abogados no solo aplican la ley: interpretan, contextualizan, anticipan riesgos y diseñan estrategias ajustadas al entorno y a cada modelo de negocio. La IA no sustituye esa inteligencia jurídica que combina conocimiento técnico, experiencia práctica y sensibilidad profesional. Puede ser una herramienta útil, pero no un reemplazo.
Desde nuestra perspectiva, el uso de la inteligencia artificial en entornos jurídicos debe abordarse con cautela y sentido crítico. No se trata de frenar la innovación, sino de recordar que, en sectores regulados, donde la confianza, la seguridad jurídica y el cumplimiento normativo son pilares del negocio, no todo vale. El derecho no es una simple cadena de instrucciones, y el asesoramiento legal no se improvisa ni se automatiza sin consecuencias.
Innovar también significa saber identificar dónde se encuentra la utilidad real y práctica. Y en el ámbito legal, dicha utilidad puede reflejarse en pequeñas cuestiones ya bien definidas por la normativa y la jurisprudencia. No obstante, el juego es un sector complicado y en constante evolución, y la resolución de cuestiones jurídicas sigue dependiendo del criterio humano. Por eso, en lugar de sustituir a los abogados, deberíamos apostar por herramientas que los complementen. Porque cuando se trata de defender los intereses de una empresa, de proteger a los usuarios y de construir estrategias legales sólidas y sostenibles, la diferencia entre una herramienta y un jurista sigue siendo, afortunadamente, abismal.